Dejar de soñar, no es una opción

Hace algunos meses mi vida cambió radicalmente, un día me desperté y me sentí un poco mal, pensé que se me pasaría, que quizás era el cansa...

Hace algunos meses mi vida cambió radicalmente, un día me desperté y me sentí un poco mal, pensé que se me pasaría, que quizás era el cansancio y qué sé yo.

Algunos días después, la fiebre que no paraba me hizo detenerme e ir al médico, luego de varios exámenes, algunas miradas tormentosas de los médicos, me diagnosticaron con una enfermedad viral muy peligrosa.

Mi madre fue la que más sufrió, realmente fue duró para ella, pero luego de la tristeza tomó fuerzas para que no me derrumbé yo y como casi siempre, reafirmé que el Señor no ha podido ser más bondadoso conmigo al darme una madre así.

Bueno, luego de todo llegó el día de la RENUNCIA, lo llamo así porque realmente tuve que decirle adiós a muchas cosas, entre ellos trabajo, salidas y demás cosas.


A veces creía que no iba poder seguir, pero como buena hija de mi padre, terca como yo sola, sabía que nada me iba derrumbar; definitivamente mi vida cambió, le bajé algunas revoluciones a mis actividades, pero seguí.

Ahora, ya algo recuperada, escribo esto, porque siento realmente la necesidad de decir QUE NO TODO ESTÁ PERDIDO. A veces la vida nos da lecciones difíciles, pero todo se supera, créanme aún sigo luchando por mi vida, pero estoy feliz porque tengo sueños, me despierto feliz y agradecida y me acuesto más feliz por que disfruto de los días como si fueran los últimos.


NO NOS DETENGAMOS NUNCA, NO DEJEMOS QUE NADA NI NADIE NOS TRUNQUE, SIGAMOS SIENDO FELICES Y RECONOZCAMOS QUE LA VIDA ES UN REGALO MARAVILLOSO DEL SEÑOR Y COMO TAL DEBEMOS DISFRUTARLA.


Junto a Natz (Iquierda), yo (derecha)




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